
El regreso tras un viaje tiene su parte dulce y su parte amarga. Lo más bonito después de vivir la experiencia es el recuerdo que perdurará en el tiempo.
El regreso tras un viaje es un arma de doble filo. Por una parte, todos necesitamos volver a sentir la sensación de seguridad que nos transmite estar en un entorno conocido, en el que desarrollamos nuestra vida cotidiana y nos desenvolvemos a diario. Ver a la familia, a los seres queridos. Por otra, el viajero necesita siempre más, desea continuar la aventura, seguir viviendo experiencias. Esta dualidad, creo, es común a todos aquellos que deciden emprender una aventura en solitario. ...